Convulsiones neonatales

Febrero 2021


 

 

Convulsiones en el recién nacido  :   revisión de etiologías y outcomes


Francesco Pisani                   Seizure: European Journal of Epilepsy 85 (2021) 48–56

 

1.- Introducción

 

Las convulsiones son el signo neurológico más frecuente observado en la unidad de cuidados intensivos neonatales y ocurren en su mayoría en estrecha relación temporal con una lesión cerebral aguda o una agresión sistémica, con o sin anomalías estructurales identificables [1]. Estos eventos se definen como convulsiones sintomáticas agudas o provocadas. Aunque estos dos términos a menudo se usan indistintamente, las convulsiones sintomáticas agudas se definen de hecho como el resultado de una lesión cerebral aguda, tal como un accidente cerebrovascular (stroke), traumatismo o infección cerebral, mientras que las convulsiones provocadas se definen como el resultado de alteraciones cerebrales transitorias y reversibles de origen metab{olico o tóxico. [2].
Aunque con menos frecuencia, las convulsiones no provocadas también pueden presentarse en el período neonatal [3]. Éstas se definen como convulsiones que ocurren en ausencia de una condición clínica potencialmente causante o más allá del intervalo estimado para la ocurrencia de convulsiones sintomáticas agudas [4]. Las convulsiones no provocadas pueden ser secundarias a anomalías cerebrales estructurales, tales como malformaciones del desarrollo cortical y lesiones isquémicas prenatales [5,6], correspondiendo así a epilepsias estructurales, o a enfermedades genéticas, tales como trastornos de los canales iónicos y dependientes de vitaminas, correspondiendo así a epilepsias genéticas [7]. Es de destacar que la última clasificación etiológica de las epilepsias, multiparamétrica y no mutuamente excluyente de las epilepsias por la ILAE [7], ha incluido las epilepsias estructurales determinadas genéticamente, cada vez más apreciadas, en la interfase de la epilepsia genética y focal remediable quirúrgicamente [8 ].

 

2.- Incidencia general de convulsiones neonatales


Independientemente de su clasificación como eventos sintomáticos agudos o como manifestaciones de una epilepsia de inicio neonatal, las convulsiones neonatales ocurren con una incidencia estimada de 1/1.000 a 5/1.000 nacidos vivos en estudios basados ​​en la población [9-14] pero con tasa de 8.6 / 1.000 en un estudio basado en UCIN [15], con tasas considerablemente más altas para los prematuros. Además, la incidencia de convulsiones neonatales es difícil de definir, ya que la mayoría de los estudios epidemiológicos se derivan únicamente de observación clínica [9,10,16], que se sabe a menudo no es fiable [17]. Recientemente, en un estudio epidemiológico que consideró sólo convulsiones neonatales confirmadas por EEG [18], se reportó una incidencia de 5.0 / 1.000 para recién nacidos de 31 a 36 semanas de gestación, 54.9 / 1.000 para los de 28 a 30 semanas de gestación y 85.6 / 1.000 para recién nacidos < 28 semanas de gestación. Además, el riesgo de convulsiones neonatales aumenta con la disminución del peso al nacer [19]. Cabe señalar que la discrepancia en las tasas de incidencia de convulsiones neonatales entre los diferentes estudios se debe no solo a las disparidades en la edad gestacional y el peso al nacer de los recién nacidos afectados, sino también a las disparidades en los criterios de diagnóstico aplicados.


3.- Límites en el diagnóstico de convulsiones neonatales


Muchos estudios, particularmente en las últimas décadas, carecen de la verificación de grabaciones de video-EEG para el diagnóstico de convulsiones neonatales [20,21]. Sin embargo, la confirmación EEG es absolutamente obligatoria para evitar un diagnóstico erróneo, particularmente en los recién nacidos prematuros con su amplio espectro de movimientos descoordinados, especialmente en los recién nacidos a término enfermos, considerando la semiología de las convulsiones frecuentemente sutil [22-24]. La alta tasa de desacoplamiento, con una gran cantidad de convulsiones solamente electrográficas en los recién nacidos afectados, se suma a este desafío [25-27]. La mayoría de las convulsiones neonatales son subclínicas y, por lo tanto, solo se identifican por sus registros EEG [3].
La monitorización continua del electroencefalograma es claramente el único medio para detectar de forma fiable las convulsiones neonatales, iniciar rápidamente su tratamiento y monitorizar el éxito del tratamiento [28]. Los trazados de EEG con descargas claras y sostenidas de > 10 s de duración indican convulsiones eléctricas o electroclínicas [29] y los patrones de EEG ictales son a menudo de origen focal, aunque no necesariamente corresponden a una patología focal subyacente [30]. Un enfoque integrador de la neuromonitorización en neonatos de alto riesgo con grabación simultánea de video-EEG e, idealmente, una configuración multicámara en lugar de la cámara única estándar, puede aumentar significativamente la precisión del diagnóstico [31]. Sin embargo, la monitorización electroencefalográfica continua es costosa, requiere mucho tiempo y moderadamente invasiva, mientras que su interpretación en tiempo real es prohibitiva, ya que requeriría personal médico especialmente capacitado disponible las 24 horas en las unidades de cuidados intensivos neonatales [32].

A la luz de estas limitaciones, el EEG de amplitud integral (aEEG) ha ganado terreno en la última década, ya que está fácilmente disponible, es menos invasivo, fácil de configurar y permite grabaciones prolongadas. aEEG es muy eficaz en la detección de convulsiones prolongadas y status epiléptico [33], pero puede pasar por alto convulsiones breves y focales, así como tambien aquellas asociadas con patrones de EEG ictal de baja amplitud que constituyen una proporción significativa de convulsiones neonatales, particularmente en prematuros [34 –36]. Además, los algoritmos de detección de convulsiones desarrollados recientemente que se derivan de datos de EEG y EKG [37], de datos de EEG solos [38-40] o del análisis de movimiento [29,41-43] tienen el potencial de superar los obstáculos de la interpretación de la monitorización EEG continua y facilitar y agilizar el diagnóstico de convulsiones neonatales al proporcionar un apoyo para la toma de decisiones en tiempo real. En general, la detección automatizada de convulsiones es prometedora, pero aún requiere validación para su uso en la práctica clínica diaria.


4.- Convulsiones sintomáticas agudas
 

Los eventos agudos que causan lesión cerebral, como la encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI), el infarto cerebral y la hemorragia, son responsables de la gran mayoría de las convulsiones sintomáticas agudas en los recién nacidos, que representan aproximadamente el 75% de los casos en recién nacidos a término [44-46 ]. La hemorragia intraventricular representa la etiología más frecuente en los prematuros, oscilando entre el 16 y el 45% de los casos.

La disfunción cerebral aguda y transitoria es la causa subyacente de las convulsiones en los recién nacidos con efectos secundarios relacionados con los fármacos, abstinencia aguda de fármacos tóxicos o trastornos metabólicos transitorios, aunque estos casos han disminuido drásticamente en las últimas décadas debido a las mejoras en la atención neonatal [47] .

 

En el 84% de los recién nacidos a término, las convulsiones sintomáticas agudas se producen dentro de los primeros tres días de vida [44]. La condicion sine qua non en estos escenarios clínicos es la presencia de una etiología identificable que se relaciona temporalmente con el inicio de la convulsión. De hecho, la distinción entre convulsiones agudas y remotas se basa en el momento del inicio de la convulsión con respecto al evento causal   : mientras que las convulsiones agudas tienen un inicio hasta una semana después de un evento conocido, las convulsiones remotas ocurren más tarde [4]. Sin embargo, esta distinción temporal entre convulsiones agudas y remotas en recién nacidos es particularmente desafiante, dado que las epilepsias neonatales estructurales o metabólicas también pueden presentarse con un inicio de convulsiones en la primera semana de vida. Cabe señalar que, aunque los recién nacidos con lesión cerebral aguda tienen un mayor riesgo de desarrollar epilepsia posneonatal debido a la epileptogénesis secundaria [48, 49], por definición, es poco probable que las convulsiones sintomáticas agudas reaparezcan, a menos que se repita la afección causal aguda subyacente [ 50].


5.-  Epilepsia neonatal versus convulsiones sintomáticas remotas

Si bien la mayoría de las convulsiones neonatales está relacionada con una lesión cerebral aguda, alrededor del 15% de los recién nacidos presentan síndromes de epilepsia neonatal, debido a malformaciones cerebrales congénitas en 41% o a etiologías genéticas en 42% de este subgrupo, con una superposición del 9% entre etiologías estructurales y genéticas [51]. En este sentido, las convulsiones neonatales no provocadas deben considerarse como la manifestación clínica de la epilepsia de inicio temprano, de origen estructural o genético, que tienen las características de las encefalopatías epilépticas. La neuroimagen de alta resolución en las primeras semanas de vida [52], junto con un screening bioquímico completo [53] y un estudio genético [54] son esenciales para la identificación de la etiología subyacente, el inicio del tratamiento óptimo y para el asesoramiento y pronóstico en epilepsias neonatales [3].
Los dos síndromes de epilepsia con inicio neonatal reconocidos por la ILAE [7], la encefalopatía epiléptica infantil temprana con supresión de estallidos (síndrome de Ohtahara) y la encefalopatía mioclónica temprana, son de origen estructural o genético / metabólico, y el síndrome de Ohtahara generalmente se atribuye a factores estructurales y encefalopatía mioclónica temprana por causas genéticas / metabólicas. Estos síndromes de epilepsia neonatal se presentan con patrones de EEG y tipos de convulsiones distintos, son muy refractarios y conllevan un pronóstico adverso [55-58]. Los síndromes electroclínicos de inicio temprano de origen genético son en general relativamente raros, y representan hasta el 6% de las convulsiones neonatales [51], pero se asocian invariablemente con una alta carga de convulsiones, mala respuesta al tratamiento, mortalidad y morbilidad significativa con outcomes del neurodesarrollo severos. Sólo la denominada epilepsia neonatal familiar benigna y autolimitada [59-62], asociada con variantes patogénicas en dos genes de la subunidad canal de Potasio , se espera que se resuelvan dentro del primer año de vida.

La mayoría de los pacientes con epilepsia neonatal familiar benigna se desarrolla normalmente, aunque algunas personas afectadas desarrollan discapacidad intelectual que se hace evidente en la primera infancia [63]. Errores innatos del metabolismo, como deficiencia de antiquitina y PNPO, hipofosfatasia congénita, deficiencia de cofactor de molibdeno, deficiencia aislada de sulfito oxidasa, hiperglicinemia no cetótica neonatal, organoacidurias, trastornos congénitos de la glicosilación (CDG), síndrome de Zellweger y deficiencia de adenilosuccinato liasa  [ 3] cursan con convulsiones en etapas tempranas de la vida que conviene valorar en el contexto de epilepsias genéticas de inicio precoz de origen neurometabólico. El diagnóstico precoz de acuerdo con un algoritmo de diagnóstico estandarizado es crucial, ya que permite el tratamiento específico en algunas de estas epilepsias neonatales metabólicas de inicio temprano [3,64]; de lo contrario, las convulsiones suelen ser farmacorresistentes y el outcome suele ser adverso [65-67].

 

Las epilepsias estructurales basadas en trastornos de la migración neuronal, tal como la esclerosis tuberosa, la displasia cortical focal, la hemimegalencefalia, la lisencefalia, la heterotopía de bandas subcorticales, la heterotopía nodular periventricular, la esquizencefalia y la polimicrogiria, se han reconocido cada vez más como sustratos de convulsiones neonatales [debido a la neuroimagen avanzada] 68 y representan del 5 al 9% en las cohortes contemporáneas [44,51]. Estos pacientes presentan epilepsias catastróficas resistentes a los medicamentos con altas tasas de morbilidad y mortalidad y deben identificarse en una etapa temprana según la semiología de las convulsiones, los hallazgos del electroencefalograma y las neuroimágenes de alta resolución, ya que pueden ser excelentes candidatos para la cirugía de la epilepsia [6,69-71 ].

 

La evaluación prequirúrgica temprana y la intervención quirúrgica para las epilepsias estructurales en este grupo de edad son cruciales [54], ya que, más allá de la ausencia de convulsiones en la mayoría de los niños, el éxito del tratamiento se traduce en un desarrollo cognitivo óptimo [72]. Cabe señalar que un tercio de los neonatos con malformaciones cerebrales como etiología primaria de las convulsiones también pueden presentar lesiones cerebrales agudas, tales como EHI o infección cerebral, que a su vez predisponen a convulsiones sintomáticas agudas [51]. Esta observación subraya la necesidad de un diagnóstico integral en los recién nacidos con convulsiones, a fin de diferenciar las epilepsias de inicio neonatal de las convulsiones sintomáticas agudas y, más tarde, remotas. Las neuroimágenes, junto con la historia pre y perinatal, las características electroclínicas y el examen neurológico, pueden desempeñar un papel importante en el diagnóstico diferencial [73,74], ya que pueden resaltar el patrón y la extensión de la lesión cerebral, caracterizarla como pre, peri  o postnatal, sugiriendo su naturaleza como adquirida, congénita (ej; malformaciones corticales) o genética.


6.- Escenarios clínicos en el período neonatal


Las convulsiones neonatales son una manifestación clínica frecuente en el período neonatal y pueden presentarse en el marco de cuatro escenarios clínicos, cada uno con una evolución posneonatal distinta (Figura 1).

 

 

 

                                                   Figura 1.-   Diferentes escenarios clínicos de convulsiones en el período neonatal y su distinta evolución posneonatal.

 

En los escenarios A, C y D, las convulsiones neonatales corresponden a convulsiones sintomáticas agudas que pueden ser autolimitadas (A), inicialmente se detienen pero finalmente evolucionan después de un período latente a epilepsia posneonatal (C), o nunca se detienen, pero directamente evolucionan a epilepsia posneonatal (D), mientras que en el escenario B, las convulsiones neonatales corresponden a la primera manifestación de epilepsia estructural o genética de inicio temprano. Cabe señalar que, aunque estos cuatro escenarios para la presentación de convulsiones neonatales son conceptualmente útiles, en la práctica, la categorización de los pacientes en los escenarios A, B, C o D puede no ser posible hasta bien entrado el período posneonatal. Además, la misma etiología (ej; EHI) puede dar lugar a diferentes expresiones clínicas en función de la gravedad de la lesión, otras comorbilidades o factores genéticos subyacentes.

A.-  Convulsiones sintomáticas agudas claramente relacionadas con una lesión cerebral aguda y, por lo tanto, autolimitadas. En particular, las convulsiones neonatales que ocurren hasta 72 h después del nacimiento son predominantemente sintomáticas agudas y pueden asociarse con stroke, meningitis bacteriana, infección intrauterina, hemorragia interventricular en neonatos prematuros, abstinencia de fármacos y alteraciones metabólicas [75]. Estas convulsiones neonatales suelen cesar unos días después de su aparición, es decir, unos días después de la lesión cerebral aguda, independientemente de la intervención terapéutica. La identificación temprana de las agresiones desencadenantes es obligatoria y el tratamiento requerido debe iniciarse de inmediato. Estos recién nacidos no tienen una predisposición duradera a las convulsiones recurrentes, por lo que no es necesario un tratamiento prolongado después de la fase aguda [76].
 

B.-   Convulsiones no provocadas / convulsiones sintomáticas remotas, secundarias a anomalías estructurales del cerebro o a una afección genética. Estas convulsiones neonatales corresponden a epilepsias estructurales o genéticas con inicio en los primeros días de vida. Suelen responder mal a los anticonvulsivos que no se pueden retirar al alta en la mayoría de los casos. La ILAE define estas epilepsias como aquellas que ocurren en ausencia de una condición clínica aguda potencialmente responsable o más allá del intervalo estimado para la aparición de convulsiones sintomáticas agudas [7]. De hecho, la ILAE define la epilepsia como “un trastorno caracterizado por una predisposición duradera a generar ataques epilépticos” [77]. Además de las epilepsias estructurales y genéticas, las convulsiones que ocurren debido a una lesión cerebral secundaria a una infección congénita por citomegalovirus u otras infecciones congénitas también se consideran sintomáticas remotas [4].
 

C.-   Las convulsiones sintomáticas agudas cesan inicialmente en unos pocos días o semanas, pero finalmente evolucionan después de un período latente de duración variable a epilepsia posneonatal. Aproximadamente el 18-33% de los supervivientes de convulsiones neonatales presentan convulsiones sintomáticas remotas no provocadas, la mayoría de ellas durante el primer año de vida [48,49,78,79]. Por lo general, las crisis epilépticas no provocadas en estos niños coinciden con otras discapacidades importantes tales como la parálisis cerebral y el deterioro cognitivo [19,80]. En condiciones tales como stroke isquémico arterial perinatal, el riesgo de desarrollar epilepsia posneonatal es bastante alto, con una latencia de más de una década desde la lesión cerebral aguda hasta la epilepsia posneonatal [81]. En los niños con accidente cerebrovascular isquémico arterial perinatal, la incidencia de epilepsia activa durante la primera década de la vida es del 54% para aquellos con antecedentes de convulsiones neonatales, y las convulsiones neonatales en sí mismas han sido reconocidas como el único predictor independiente de convulsiones remotas en esta población [ 82].


D.-   Convulsiones sintomáticas agudas que nunca se detienen, pero que evolucionan directamente a la epilepsia posneonatal. En estos recién nacidos, la etiología aguda ha inducido una lesión cerebral particularmente grave que ha dado lugar a convulsiones no provocadas en estrecha proximidad temporal con el inicio de la convulsión aguda, sin un período latente (libre de convulsiones). En este escenario, la lesión cerebral aguda grave da lugar a un deterioro de la plasticidad debido a un reordenamiento significativo de las redes neuronales en las primeras etapas del desarrollo [83], por lo que la distinción temporal entre las convulsiones en etapa aguda y las remotas no es claramente discernible. Este último escenario clínico es raro, pero puede encontrarse con más frecuencia en (1) encefalitis infecciosa [84], (2) encefalopatía isquémica hipóxica grave (EHI) [85,86] y (3) hipoglucemia neonatal [87]. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las tres etiologías pueden, en determinadas circunstancias, dar lugar a los escenarios A y C, es decir, convulsiones sintomáticas agudas que son autolimitadas o se detienen inicialmente y luego evolucionan a epilepsia posneonatal después de un período latente.

6.1.- Ejemplos de etiologías específicas


6.1.1.-   Encefalitis viral


La encefalitis viral es una etiología común de las convulsiones en todos los grupos de edad, incluidos los recién nacidos, y el herpes simple es la causa más común de encefalitis esporádica [84,88]. La incidencia estimada de encefalitis herpética es de 1/250.000 a 500.000 por año, afectando a niños y adolescentes en un tercio de los casos, con un riesgo particularmente alto de secuelas neurológicas graves en niños muy pequeños [89]. El impacto necrotizante del virus del herpes simple da lugar a cicatrices corticales que dan lugar a epilepsia posinfecciosa después de encefalitis que surge de regiones que suelen ser bien perceptibles en la RMI [89]. Más del 90% de los casos de encefalitis por herpes están relacionados con el VHS-1 [90]. En la encefalitis por HSV-1, el daño cerebral puede ser extenso y grave, por lo general afectando los lóbulos frontal y temporal, así como la corteza insular [89], y las convulsiones ocurren en más de la mitad de los pacientes [91,92], con una carga de convulsiones significativa ya en una etapa temprana. Las convulsiones remotas no provocadas se producen en el 42-60% de los pacientes después de la encefalitis por HSV-1 y, a menudo, son intratables [93]. Los procesos de epileptogénesis implicados en la generación de convulsiones agudas y remotas no se han entendido completamente hasta ahora [94-96]. Estudios experimentales en epilepsia inducida por encefalitis han documentado una activación de receptores tipo Toll como resultado de una afectación cerebral por virus neurotrópicos, aunque se necesitarán más estudios para aclarar más los mecanismos subyacentes a la epileptogénesis en estos pacientes [97].


6.1.2.-  Rncefalopatía Hipóxico - Isquémica


En la EHI grave, las convulsiones agudas en sí mismas pueden aumentar la lesión del cerebro en desarrollo además de la causada por la etiología subyacente [3,96,98], y eventualmente evolucionar hacia una epilepsia estructural, con una alta propensión a la recurrencia de las convulsiones. La EHI representa la etiología más importante de las convulsiones neonatales [47] y es responsable del 15-20% de la mortalidad neonatal, así como de discapacidades importantes en los supervivientes, incluida la epilepsia en el 9-33% [99]. Los recién nacidos con convulsiones en el contexto de EHI tienen una mayor carga de convulsiones, directamente relacionada con la gravedad de la lesión cerebral [83,100] . Aquellos con una lesión cerebral más grave, en particular aquellos con compromiso de los ganglios basales o áreas de la cuenca, tienen una mayor riesgo de epilepsia posneonatal [101,102]. Los mecanismos exactos de la epileptogenicidad aún no se comprenden completamente, pero pueden estar relacionados en parte con una reorganización sináptica como resultado de la lesión neuronal [103,104] que culmina en redes neuronales cortico - tronco cerebral particularmente hiperexcitables, potencialmente moduladas por la desinhibición de los ganglios basales [ 105]. Estos cambios conducen a la aparición de convulsiones recurrentes no provocadas, generalmente después de un período latente libre de convulsiones, como se evidencia en estudios clínicos y experimentales [86,106,107]. Sin embargo, en casos particularmente graves, este período latente puede no estar presente, y las convulsiones sintomáticas agudas pueden ser seguidas directamente por convulsiones recurrentes no provocadas sin evidencia de un período libre de convulsiones [106,108].


6.1.3.-  Hipoglicemia


Los recién nacidos con EHI tienen un mayor riesgo de agotar sus reservas de energía y desarrollar hipoglucemia [109] que, a su vez, se ha reconocido como un predictor independiente de mortalidad, convulsiones y gravedad de la encefalopatía en EHI [110-113]. Independientemente de la EHI, la hipoglucemia es un problema común en los recién nacidos y se presenta en un tercio de los que padecen encefalopatía neonatal [110,111]. Además de la discapacidad visual [114] y los déficits cognitivos [115,116], la hipoglucemia neonatal se ha asociado con la epilepsia focal [117,118]. De hecho, varios estudios han demostrado un patrón occipital de lesión cerebral [73,114], con lesiones hemorrágicas en la etapa aguda que dan lugar a gliosis y atrofia en etapas posteriores [118] que eventualmente dan lugar a epilepsias de la corteza posterior [119]. Las epilepsias del lóbulo occipital secundarias a hipoglucemia neonatal son refractarias al tratamiento y conllevan un alto riesgo de estado epiléptico en los primeros años de vida, aunque algunos casos pueden entrar en remisión al final de la niñez y la adolescencia [117]. La EHI en los recién nacidos a término también puede causar epilepsia de la corteza posterior, lo que aumenta la complejidad del diagnóstico diferencial, en particular porque la EHI y la hipoglucemia pueden coexistir, lo que se suma a la lesión cerebral causada por cada una de las dos afecciones por sí solas [120].


7.-   Epileptogénesis en el cerebro en desarrollo


La noción de que las convulsiones neonatales engendran convulsiones es de suma importancia para el tratamiento de las convulsiones en los recién nacidos, aunque los mecanismos precisos de la epileptogénesis secundaria en el cerebro neonatal no se han aclarado de manera concluyente [121-123]. La evidencia experimental apoya que las convulsiones neonatales causan mayor susceptibilidad a las convulsiones más adelante en la vida [124]. Se ha demostrado que las convulsiones neonatales en modelos animales, particularmente cuando son recurrentes o prolongadas, aumentan la susceptibilidad a las convulsiones dependiendo de la edad al momento de la agresión [125] y del daño cerebral preexistente, es decir, en el contexto de la EHI [126].

 

Los procesos de epileptogénesis secundaria son complejos y pueden incluir pérdida de interneuronas GABAérgicas, un cambio de la expresión del exportador de cloruro KCC2 al importador de cloruro NKCC1, neuroinflamación con activación microglial y astrogliosis, y alteraciones en varias vías de señalización, incluida la cinasa Janus / transductor de señal y activador de la transcripción (JAK / STAT), el objetivo de mamíferos del complejo de rapamicina (mTORC), el BDNF / receptor de tirosina quinasa B (trkB) / fosfolipasa Cc1 (PLCc1), y el receptor IL-1R1 / tipo Toll 4 (TLR4) vías [97, 127-131]. Por otro lado, la evidencia clínica respalda que las convulsiones neonatales, particularmente cuando son recurrentes o prolongadas, aumentan el riesgo de epilepsia posneonatal [132], mientras que su efecto está relacionado con la etapa específica del desarrollo cerebral, y los neonatos prematuros tienen un mayor riesgo [133]. . La distinción entre los escenarios clínicos C y D, es decir, de epileptogénesis secundaria con o sin un período de latencia después de las convulsiones sintomáticas agudas, está respaldada tanto por datos experimentales extensos en modelos animales neonatales como por evidencia clínica creciente

 

Entre las convulsiones sintomáticas agudas y el inicio de convulsiones recurrentes no provocadas [107], se produce un período latente de cambios moleculares y estructurales adicionales que, en última instancia, hacen que el cerebro sea hiperexcitable y capaz de generar convulsiones de forma crónica. Varios tipos de lesiones cerebrales que ocurren en el período perinatal, incluidos los accidentes cerebrovasculares, la EHI grave y las infecciones cerebrales, pueden promover dichos procesos. Aún no está claro si las cascadas de mecanismos moleculares, estructurales y celulares involucrados en la epileptogénesis secundaria difieren según las distintas agresiones epileptogénicas transitorias y en qué medida. Sin embargo, las diferentes etiologías parecen compartir vías comunes [97]. La duración del período latente puede variar ampliamente tanto en modelos humanos como experimentales, desde días hasta meses o años, posiblemente dependiendo de la gravedad o naturaleza del proceso [127,128,134].

Interesantemente, la universalidad del concepto de “período latente” ha sido cuestionada y la presencia de un período latente ya no debería considerarse un requisito previo necesario o un precursor global de la epileptogénesis secundaria. Datos recientes tanto de modelos animales como de grabaciones de EEG invasivas y del cuero cabelludo en pacientes de cuidados intensivos con lesión cerebral sugieren que las convulsiones subclínicas y clínicas que comienzan durante la fase aguda de la lesión cerebral continúan sin interrupción significativa en la fase de epilepsia crónica [134].

 

Aunque aún se desconocen los mecanismos precisos de la epileptogénesis, se puede plantear la hipótesis de que las descargas subclínicas focales iniciales en el contexto de un cerebro con lesión mínima pueden enfrentar la inhibición de la propagación de las convulsiones que seguramente retrasará la aparición de convulsiones clínicas y conducirá al escenario clínico C , con convulsiones no provocadas después de un período latente después de convulsiones sintomáticas agudas. Sin embargo, si el daño inicial es más grave y afecta estructuras cerebrales clave como el tálamo y los ganglios basales [101,102], incluso las descargas focales más tempranas podrán diseminarse y producir convulsiones clínicas [135]. En este sentido, el período latente corresponde a un proceso hacia un umbral convulsivo que disminuye gradualmente, como en los modelos de encendido, que conduce al reclutamiento de más áreas cerebrales a lo largo de la maduración de las redes epilépticas [136,137]. La duración de este proceso dependerá de la edad del paciente, así como de la localización y gravedad de la lesión cerebral. Sin embargo, a pesar de los avances recientes en campos de investigación relacionados, la apreciación del progreso de la epileptogenicidad de etiología específica sigue siendo un enigma [127].


8.- Manejo clínico y pronóstico


La evidencia actual respalda la necesidad de un diagnóstico diferencial precoz entre una convulsión sintomática aguda y una convulsión no provocada, ya que esto tiene implicaciones significativas para guiar el manejo, el asesoramiento y el pronóstico del paciente, ya que se asocia con diferencias en la evolución clínica. A pesar de una mera tasa de respuesta del 50-64% durante las primeras 48 h después del inicio de las convulsiones en los recién nacidos [138,139], el fenobarbital sigue siendo el fármaco de primera elección para el tratamiento de las convulsiones neonatales sintomáticas agudas [140], debido a un estudio controlado randomizado más antiguo comparando fenobarbital con fenitoína [138] y un estudio controlado randomizad más reciente que comparó fenobarbital con levetiracetam [139], así como tambien debido a la experiencia clínica acumulada durante las últimas décadas [141]. Por otro lado, varios medicamentos anticonvulsivos, como el levetiracetam [21, 142,143] y el topiramato [144], han surgido como alternativas viables con el potencial de abordar los mecanismos y desafíos específicos de la edad, mientras que otros medicamentos anticonvulsivos como la lidocaína y la bumetanida todavía están bajo escrutinio debido a preocupaciones sobre cardiotoxicidad [145-147] y ototoxicidad [148,149].
La mayoría de los estudios clínicos se han realizado en el contexto de convulsiones sintomáticas agudas y raramente en epilepsias sintomáticas remotas, mientras que para algunas epilepsias genéticas, sólo recientemente se dispone de pruebas que apoyan el uso de enfoques farmacológicos más personalizados [150-154]. En la epilepsia neonatal familiar benigna, asociada en > 80% de los pacientes con mutaciones en KCNQ2 o KCNQ3, que regulan la corriente de potasio, el diagnóstico precoz y el tratamiento con carbamazepina oral es la clave para alcanzar rápidamente la ausencia de convulsiones y el desarrollo cognitivo normal [150]. En la misma línea, los pacientes con mutaciones de SCNA1 y comienzo temprano de la epilepsia en las primeras semanas de vida pueden beneficiarse del tratamiento con bloqueadores de los canales de sodio, mientras que otros fármacos anticonvulsivos son menos eficaces [154]. Interesantemente, esta respuesta favorable a los bloqueadores de los canales de sodio se ha relacionado clínicamente con mutaciones de ganancia de función.

Las observaciones clínicas sugieren que las convulsiones neonatales suelen remitir después de unos días, independientemente de la intervención terapéutica [155], lo que permite la retirada de los medicamentos anticonvulsivos antes del alta [156], aunque todavía no existen guías específicas ni una estrategia de tratamiento de duración uniforme [157]. Además, no hay evidencia de que un tratamiento prolongado pueda tener un papel en la prevención del riesgo de convulsiones recurrentes no provocadas más adelante en la vida, como se reporta que ocurre en el 18-25% de los casos [80]. Por el contrario, existe evidencia de que el tratamiento prolongado con fenobarbital puede tener efectos deletéreos sobre el cerebro en desarrollo [158-160].

 

En la actualidad, si bien podemos identificar correctamente a los recién nacidos con alto riesgo de epilepsia y con outcome desfavorable [132,161,162], todavía no contamos con las herramientas terapéuticas necesarias para prevenir el desarrollo de la epilepsia después de las convulsiones sintomáticas agudas, dedo que la profilaxis temprana con alta las dosis de fenobarbital no son suficientes para evitar la aparición posterior de convulsiones [163]. Por otro lado, las pruebas genéticas cada vez más disponibles para los recién nacidos con convulsiones, junto con un conjunto de pruebas cada vez mayor sobre el tratamiento farmacológico óptimo de las epilepsias genéticas, pueden ofrecer una ventana de oportunidad para este subgrupo particular de recién nacidos [164,165].


9.- Estrategias futuras


Numerosas líneas potenciales de investigación surgen de los temas tratados en esta revisión : 

  • ¿El daño cerebral estructural, como en la hemorragia cerebral, representa un epifenómeno de una causa genética subyacente o realmente contribuye a la epileptogénesis secundaria [94]?

  • ¿Las convulsiones electrográficas y las descargas epilépticas periódicas documentadas en el EEG durante el daño cerebral agudo predicen una epilepsia posterior ?

  • ¿ Cuál es el papel de las oscilaciones de alta frecuencia (HFO) en la predicción de la epileptogénesis después de una lesión cerebral en humanos [166-169] ?

  • ¿ Surgirán estos como potentes predictores de la epilepsia posterior a la agresión, como se demuestra en modelos animales [170,171] ?

  • ¿ Conseguiremos diseñar fármacos antiepilépticos [107] y reducir la gravedad de la lesión cerebral aguda para evitar su impacto perjudicial sobre el cerebro en desarrollo [127]?

Los estudios clínicos tienen un papel importante en la identificación adicional de las características electroclínicas y de neuroimagen que se asocian con diferentes patrones temporales de evolución desde las convulsiones sintomáticas agudas hasta la epilepsia posterior. Se espera que los avances en el reconocimiento de patrones no solo mejoren nuestra comprensión teórica con respecto a esta evolución, sino que también faciliten la clasificación precisa y, por lo tanto, el manejo óptimo de las convulsiones neonatales en el futuro.


Referencias

  1. Volpe JJ. Neurology of the newborn. 5th edition. Philadelphia: Elsevier Ltd,  Oxford; 2008.

  2. Gunawardane N, Fields M. Acute symptomatic seizures and provoked seizures: to  treat or not to treat? Curr Treat Options Neurol 2018;20:41. https://doi.org/
    10.1007/s11940-018-0525-2.

  3. Ramantani G, Schmitt B, Plecko B, Pressler RM, Wohlrab G, Klebermass- Schrehof K, et al. Neonatal seizures-are we there yet? Neuropediatrics 2019;50: 280–93. https://doi.org/10.1055/s-0039-1693149.

  4. Beghi E, Carpio A, Forsgren L, Hesdorffer DC, Malmgren K, Sander JW, et al. Recommendation for a definition of acute symptomatic seizure. Epilepsia 2010; 51:671–5. https://doi.org/10.1111/j.1528-1167.2009.02285.x.

  5. Kadish NE, Bast T, Reuner G, Wagner K, Mayer H, Schubert-Bast S, et al. Epilepsy surgery in the first 3 years of life: predictors of seizure freedom and cognitive development. Neurosurgery 2019;84:E368–77. https://doi.org/10.1093/neuros/nyy376.

  6. Ramantani G, Kadish NE, Strobl K, Brandt A, Stathi A, Mayer H, et al. Seizure and cognitive outcomes of epilepsy surgery in infancy and early childhood. Eur J
    Paediatr Neurol 2013;17:498–506. https://doi.org/10.1016/j.ejpn.2013.03.009.

  7. Scheffer IE, Berkovic S, Capovilla G, Connolly MB, French J, Guilhoto L, et al. ILAE classification of the epilepsies: position paper of the ILAE commission for
    classification and terminology. Epilepsia 2017;58:512–21. https://doi.org/10.1111/epi.13709.

  8. Stevelink R, Sanders MWCB, Tuinman MP, Brilstra EH, Koeleman BPC, Jansen FE, et al. Epilepsy surgery for patients with genetic refractory epilepsy: a systematic review. Epileptic Disord 2018;20:99–115. https://doi.org/10.1684/epd.2018.0959.

  9. Glass HC, Pham TN, Danielsen B, Towner D, Glidden D, Wu YW. Antenatal and intrapartum risk factors for seizures in term newborns: a population-based tudy, California 1998-2002. J Pediatr 2009;154:24–8. https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2008.07.008. e1.

  10. Saliba RM, Annegers JF, Waller DK, Tyson JE, Mizrahi EM. Incidence of neonatal seizures in Harris County, Texas, 1992-1994. Am J Epidemiol 1999;150:763–9.
    https://doi.org/10.1093/oxfordjournals.aje.a010079.

  11. Ronen GM, Penney S, Andrews W. The epidemiology of clinical neonatal seizures in Newfoundland: a population-based study. J Pediatr 1999;134:71–5. https://doi.org/10.1016/s0022-3476(99)70374-4.

  12. Holden KR, Mellits ED, Freeman JM. Neonatal seizures. I. Correlation of prenatal and perinatal events with outcomes. Pediatrics 1982;70:165–76.

  13. Lanska MJ, Lanska DJ. Neonatal seizures in the United States: results of the national hospital discharge survey, 1980-1991. Neuroepidemiology 1996;15:
    117–25. https://doi.org/10.1159/000109898.

  14. Lanska MJ, Lanska DJ, Baumann RJ, Kryscio RJ. A population-based study of neonatal seizures in Fayette County, Kentucky. Neurology 1995;45:724–32.

  15. Sheth RD, Hobbs GR, Mullett M. Neonatal seizures: incidence, onset, and etiology by gestational age. J Perinatol Off J Calif Perinat Assoc 1999;19:40–3. https://doi.org/10.1038/sj.jp.7200107.

  16. Hall DA, Wadwa RP, Goldenberg NA, Norris JM. Maternal risk factors for term neonatal seizures: population-based study in Colorado, 1989-2003. J Child
    Neurol 2006;21:795–8. https://doi.org/10.1177/08830738060210092001.

  17. Malone A, Ryan CA, Fitzgerald A, Burgoyne L, Connolly S, Boylan GB. Interobserver agreement in neonatal seizure identification. Epilepsia 2009;50:
    2097–101. https://doi.org/10.1111/j.1528-1167.2009.02132.x.

  18. Pisani F, Facini C, Bianchi E, Giussani G, Piccolo B, Beghi E. Incidence of neonatal seizures, perinatal risk factors for epilepsy and mortality after neonatal seizures in the province of Parma, Italy. Epilepsia 2018;59:1764–73. https://doi.org/10.1111/epi.14537.

  19. Uria-Avellanal C, Marlow N, Rennie JM. Outcome following neonatal seizures.  Semin Fetal Neonatal Med 2013;18:224–32. https://doi.org/10.1016/j.
    siny.2013.01.002.

  20. Fürwentsches A, Bussmann C, Ramantani G, Ebinger F, Philippi H, P¨oschl J, et al. Levetiracetam in the treatment of neonatal seizures: a pilot study. Seizure 2010; 19:185–9. https://doi.org/10.1016/j.seizure.2010.01.003.

  21. Ramantani G, Ikonomidou C, Walter B, Rating D, Dinger J. Levetiracetam: safety and efficacy in neonatal seizures. Eur J Paediatr Neurol EJPN Off J Eur Paediatr Neurol Soc 2011;15:1–7. https://doi.org/10.1016/j.ejpn.2010.10.003.

  22. Orivoli S, Facini C, Pisani F. Paroxysmal nonepileptic motor phenomena in newborn. Brain Dev 2015. https://doi.org/10.1016/j.braindev.2015.01.002.

  23. Facini C, Spagnoli C, Pisani F. Epileptic and non-epileptic paroxysmal motor phenomena in newborns. J Matern Fetal Neonatal Med 2016;29:3652–9. https://
    doi.org/10.3109/14767058.2016.1140735.

  24. Lloyd RO, O’Toole JM, Pavlidis E, Filan PM, Boylan GB. Electrographic seizures during the early postnatal period in preterm infants. J Pediatr 2017;187:18–25.
    https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2017.03.004. e2.

  25. Boylan GB, Stevenson NJ, Vanhatalo S. Monitoring neonatal seizures. Semin Fetal Neonatal Med 2013;18:202–8. https://doi.org/10.1016/j.siny.2013.04.004.

  26. Weiner SP, Painter MJ, Geva D, Guthrie RD, Scher MS. Neonatal seizures:electroclinical dissociation. Pediatr Neurol 1991;7:363–8. https://doi.org/
    10.1016/0887-8994(91)90067-u.

  27. Scher MS, Alvin J, Gaus L, Minnigh B, Painter MJ. Uncoupling of EEG-clinical neonatal seizures after antiepileptic drug use. Pediatr Neurol 2003;28:277–80.

  28. [28] Shellhaas RA, Chang T, Tsuchida T, Scher MS, Riviello JJ, Abend NS, et al. The American clinical neurophysiology society’s guideline on continuous
    electroencephalography monitoring in neonates. J Clin Neurophysiol 2011;28:611–7.

  29. Pisani F, Spagnoli C, Pavlidis E, Facini C, Kouamou Ntonfo GM, Ferrari G, et al. Real-time automated detection of clonic seizures in newborns. Clin Neurophysiol 2014;125:1533–40. https://doi.org/10.1016/j.clinph.2013.12.119.

  30. Nagarajan L, Ghosh S, Palumbo L. Ictal electroencephalograms in neonatal seizures: characteristics and associations. Pediatr Neurol 2011;45:11–6.

  31. Pisani F, Pavlidis E, Cattani L, Ferrari G, Raheli R, Spagnoli C. Optimizing detection rate and characterization of subtle paroxysmal neonatal abnormal facial
    movements with multi-camera video-electroencephalogram recordings.Neuropediatrics 2016;47:169–74. https://doi.org/10.1055/s-0036-1582245.

  32. Nagarajan L, Ghosh S. Role of the video EEG in neonates with seizures. Neonatal seizures curr. Manag. Future chall. London, UK: Mac KeithPress; 2016. p. 1–11.

  33. Mastrangelo M, Fiocchi I, Fontana P, Gorgone G, Lista G, Belcastro V. Acute neonatal encephalopathy and seizures recurrence: a combined aEEG/EEG study.
    Seizure 2013;22:703–7. https://doi.org/10.1016/j.seizure.2013.05.006.

  34. Pisani F, Pavlidis E. The role of electroencephalogram in neonatal seizure detection. Expert Rev Neurother 2018;18:95–100. https://doi.org/10.1080/
    14737175.2018.1413352.

  35. Rakshasbhuvankar A, Paul S, Nagarajan L, Ghosh S, Rao S. Amplitude-integrated EEG for detection of neonatal seizures: a systematic review. Seizure 2015;33: 90–8. https://doi.org/10.1016/j.seizure.2015.09.014.

  36. Rakshasbhuvankar A, Rao S, Palumbo L, Ghosh S, Nagarajan L. Amplitude integrated electroencephalography compared with conventional video EEG for
    neonatal seizure detection: a diagnostic accuracy study. J Child Neurol 2017;32: 815–22. https://doi.org/10.1177/0883073817707411.

  37. Greene BR, Boylan GB, Reilly RB, de Chazal P, Connolly S. Combination of EEG and ECG for improved automatic neonatal seizure detection. Clin Neurophysiol 2007;118:1348–59.

  38. Deburchgraeve W, Cherian PJ, De Vos M, Swarte RM, Blok JH, Visser GH, et al. Automated neonatal seizure detection mimicking a human observer reading EEG. Clin Neurophysiol 2008;119:2447–54.

  39. Cherian PJ, Deburchgraeve W, Swarte RM, De Vos M, Govaert P, Van Huffel S, et al. Validation of a new automated neonatal seizure detection system: a
    clinician’s perspective. Clin Neurophysiol 2011;122:1490–9.

  40. Mathieson SR, Stevenson NJ, Low E, Marnane WP, Rennie JM, Temko A, et al. Validation of an automated seizure detection algorithm for term neonates. Clin
    Neurophysiol 2016;127:156–68.

  41. Karayiannis NB, Xiong Y, Tao G, Frost JD, Wise MS, Hrachovy RA, et al. Automated detection of videotaped neonatal seizures of epileptic origin. Epilepsia
    2006;47:966–80.

  42. Karayiannis NB, Tao G, Frost JD, Wise MS, Hrachovy RA, Mizrahi EM. Automated detection of videotaped neonatal seizures based on motion segmentation methods. Clin Neurophysiol 2006;117:1585–94.

  43. Kouamou Ntonfo GM, Ferrari G, Raheli R, Pisani F. Low-complexity image processing for real-time detection of neonatal clonic seizures. IEEE Trans Inf
    Technol Biomed 2012;16:375–82. https://doi.org/10.1109/TITB.2012.2186586.

  44. Tekgul H, Gauvreau K, Soul J, Murphy L, Robertson R, Stewart J, et al. The current etiologic profile and neurodevelopmental outcome of seizures in term
    newborn infants. Pediatrics 2006;117:1270–80.

  45. Soul JS. Acute symptomatic seizures in term neonates: etiologies and treatments. Semin Fetal Neonatal Med 2018;23:183–90.

  46. Pisani F, Spagnoli C. Acute symptomatic neonatal seizures in preterm neonates: etiologies and treatments. Semin Fetal Neonatal Med 2018;23:191–6. https://doi. org/10.1016/j.siny.2017.12.003.

  47. Vasudevan C, Levene M. Epidemiology and aetiology of neonatal seizures. Semin Fetal Neonatal Med 2013;18:185–91. https://doi.org/10.1016/j.siny.2013.05.008.

  48. Andreolli A, Turco EC, Pedrazzi G, Beghi E, Pisani F. Incidence of epilepsy after neonatal seizures: a population-based study. Neuroepidemiology 2019;52: 144–51.

  49. Pisani F, Facini C, Pavlidis E, Spagnoli C, Boylan G. Epilepsy after neonatal seizures: literature review. Eur J Paediatr Neurol 2015;19:6–14. https://doi.org/ 10.1016/j.ejpn.2014.10.001.

  50. Hesdorffer DC, Logroscino G, Cascino G, Annegers JF, Hauser WA. Risk of unprovoked seizure after acute symptomatic seizure: effect of status epilepticus. Ann Neurol 1998;44:908–12.

  51. Shellhaas RA, Wusthoff CJ, Tsuchida TN, Glass HC, Chu CJ, Massey SL, et al. Profile of neonatal epilepsies: characteristics of a prospective US cohort. Neurology 2017. https://doi.org/10.1212/WNL.0000000000004284.

  52. Gaillard WD, Chiron C, Cross JH, Harvey AS, Kuzniecky R, Hertz-Pannier L, et al. Guidelines for imaging infants and children with recent-onset epilepsy. Epilepsia 2009;50:2147–53. https://doi.org/10.1111/j.1528-1167.2009.02075.x.

  53. Dulac O, Plecko B, Gataullina S, Wolf NI. Occasional seizures, epilepsy, and inborn errors of metabolism. Lancet Neurol 2014;13:727–39. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(14)70110-3.

  54. McTague A, Howell KB, Cross JH, Kurian MA, Scheffer IE. The genetic landscape of the epileptic encephalopathies of infancy and childhood. Lancet Neurol 2016; 15:304–16. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(15)00250-1.

  55. Ohtahara S, Yamatogi Y, Ohtahara. Syndrome: with special reference to its developmental aspects for differentiating from early myoclonic encephalopathy.
    Epilepsy Res 2006;70(Suppl. 1):S58–67. https://doi.org/10.1016/j.eplepsyres.2005.11.021.

  56. Djukic A, Lado FA, Shinnar S, Mosh´e SL. Are early myoclonic encephalopathy (EME) and the Ohtahara syndrome (EIEE) independent of each other? Epilepsy
    Res 2006;70(Suppl. 1):S68–76. https://doi.org/10.1016/j.eplepsyres.2005.11.022.

  57. Yamatogi Y, Ohtahara S. Early-infantile epileptic encephalopathy with suppression-bursts, Ohtahara Syndrome; its overview referring to our 16 cases.
    Brain Dev 2002;24:13–23.

  58. Beal JC, Cherian K, Moshe SL. Early-onset epileptic encephalopathies: ohtahara syndrome and early myoclonic encephalopathy. Pediatr Neurol 2012;47:317–23. https://doi.org/10.1016/j.pediatrneurol.2012.06.002.

  59. Grinton BE, Heron SE, Pelekanos JT, Zuberi SM, Kivity S, Afawi Z, et al. Familial neonatal seizures in 36 families: clinical and genetic features correlate with
    outcome. Epilepsia 2015;56:1071–80. https://doi.org/10.1111/epi.13020.

  60. Watanabe K. Seizures in the newborn and young infants. Folia Psychiatr Neurol Jpn 1981;35:275–80.

  61. Van Hove JLK, Lohr NJ. Metabolic and monogenic causes of seizures in neonates and young infants. Mol Genet Metab 2011;104:214–30. https://doi.org/10.1016/j.ymgme.2011.04.020.

  62. Ronen GM, Rosales TO, Connolly M, Anderson VE, Leppert M. Seizure characteristics in chromosome 20 benign familial neonatal convulsions. Neurology 1993;43:1355–60.

  63. Pisano T, Numis AL, Heavin SB, Weckhuysen S, Angriman M, Suls A, et al. Early and effective treatment of KCNQ2 encephalopathy. Epilepsia 2015;56:685–91.
    https://doi.org/10.1111/epi.12984.

  64. Campistol J, Plecko B. Treatable newborn and infant seizures due to inborn errors of metabolism. Epileptic Disord Int Epilepsy J Videotape 2015;17:229–42.

  65. Sharma S, Prasad AN. Inborn errors of metabolism and epilepsy: current understanding, diagnosis, and treatment approaches. Int J Mol Sci 2017;18:1384.
    https://doi.org/10.3390/ijms18071384.

  66. Campistol J. Epilepsy in inborn errors of metabolism with therapeutic options. Semin Pediatr Neurol 2016;23:321–31. https://doi.org/10.1016/j.spen.2016.11.006.

  67. Wilson MP, Plecko B, Mills PB, Clayton PT. Disorders affecting vitamin B6 metabolism. J Inherit Metab Dis 2019:0. https://doi.org/10.1002/jimd.12060.

  68. Barkovich AJ, Guerrini R, Kuzniecky RI, Jackson GD, Dobyns WB.  A developmental and genetic classification for malformations of cortical development: update 2012. Brain J Neurol 2012;135:1348–69. https://doi.org/10.1093/brain/aws019.

  69. Kadish NE, Bast T, Reuner G, Wagner K, Mayer H, Schubert-Bast S, et al. Epilepsy surgery in the first 3 years of life: predictors of seizure freedom and cognitive development. Neurosurgery 2019;84:E368–77. https://doi.org/10.1093/neuros/nyy376.

  70. Honda R, Kaido T, Sugai K, Takahashi A, Kaneko Y, Nakagwa E, et al. Long-term developmental outcome after early hemispherotomy for hemimegalencephaly in infants with epileptic encephalopathy. Epilepsy Behav EB 2013;29:30–5. https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2013.06.006

  71. Maillard LG, Tassi L, Bartolomei F, Catenoix H, Dubeau F, Szurhaj W, et al. Stereoelectroencephalography and surgical outcome in polymicrogyria-related
    epilepsy: a multicentric study. Ann Neurol 2017;82:781–94. https://doi.org/10.1002/ana.25081.

  72. Ramantani G, Reuner G. Cognitive development in pediatric epilepsy surgery. Neuropediatrics 2018;49:93–103. https://doi.org/10.1055/s-0037-1609034.

  73. Ferriero DM. The vulnerable newborn brain: imaging patterns of acquired perinatal injury. Neonatology 2016;109:345–51. https://doi.org/10.1159/
    000444896.

  74. Weeke LC, Groenendaal F, Toet MC, Benders MJNL, Nievelstein RAJ, van Rooij LGM, et al. The aetiology of neonatal seizures and the diagnostic contribution of neonatal cerebral magnetic resonance imaging. Dev Med Child Neurol 2015;57:248–56. https://doi.org/10.1111/dmcn.12629.

  75. Ramantani G, Schmitt B, Plecko B, Pressler RM, Wohlrab G, Klebermass- Schrehof K, et al. Neonatal seizures-are we there yet? Neuropediatrics 2019;50:
    280–93. https://doi.org/10.1055/s-0039-1693149.

  76. Fitzgerald MP, Kessler SK, Abend NS. Early discontinuation of antiseizure medications in neonates with hypoxic-ischemic encephalopathy. Epilepsia 2017;
    58:1047–53. https://doi.org/10.1111/epi.13745.

  77. Fisher RS, van Emde Boas W, Blume W, Elger C, Genton P, Lee P, et al. Epileptic seizures and epilepsy: definitions proposed by the International League Against Epilepsy (ILAE) and the International Bureau for Epilepsy (IBE). Epilepsia 2005; 46:470–2. https://doi.org/10.1111/j.0013-9580.2005.66104.x.

  78. Ellenberg JH, Hirtz DG, Nelson KB. Age at onset of seizures in young children. Ann Neurol 1984;15:127–34.

  79. Nagarajan L, Palumbo L, Ghosh S. Neurodevelopmental outcomes in neonates with seizures: a numerical score of background encephalography to help
    prognosticate. J Child Neurol 2010;25:961–8. https://doi.org/10.1177/0883073809355825.

  80. Pisani F, Spagnoli C. Neonatal seizures: a review of outcomes and outcome predictors. Neuropediatrics 2015;47:12–9. https://doi.org/10.1055/s-0035-1567873.

  81. Pisani F, Pavlidis E, Facini C, La Morgia C, Fusco C, Cantalupo G. A 15-year epileptogenic period after perinatal brain injury. Funct Neurol 2017;32:49–53.
    https://doi.org/10.11138/FNeur/2017.32.1.049.

  82. Fox CK, Glass HC, Sidney S, Smith SE, Fullerton HJ. Neonatal seizures triple the risk of a remote seizure after perinatal ischemic stroke. Neurology 2016;86:
    2179–86. https://doi.org/10.1212/WNL.0000000000002739.

  83. Kline-Fath BM, Horn PS, Yuan W, Merhar S, Venkatesan C, Thomas CW, et al. Conventional MRI scan and DTI imaging show more severe brain injury in
    neonates with hypoxic-ischemic encephalopathy and seizures. Early Hum Dev 2018;122:8–14. https://doi.org/10.1016/j.earlhumdev.2018.05.008.

  84. Pinninti SG, Kimberlin DW. Neonatal herpes simplex virus infections. Semin Perinatol 2018;42:168–75. https://doi.org/10.1053/j.semperi.2018.02.004.

  85. Inoue T, Shimizu M, Hamano S-I, Murakami N, Nagai T, Sakuta R. Epilepsy and West syndrome in neonates with hypoxic-ischemic encephalopathy. Pediatr Int Off J Jpn Pediatr Soc 2014;56:369–72. https://doi.org/10.1111/ped.12257.

  86. Pisani F, Orsini M, Braibanti S, Copioli C, Sisti L, Turco EC. Development of epilepsy in newborns with moderate hypoxic-ischemic encephalopathy and
    neonatal seizures. Brain Dev 2009;31:64–8. https://doi.org/10.1016/j.braindev.2008.04.001.

  87. Gataullina S, Delonlay P, Lemaire E, Boddaert N, Bulteau C, Soufflet C, et al.Seizures and epilepsy in hypoglycaemia caused by inborn errors of metabolism.
    Dev Med Child Neurol 2015;57:194–9. https://doi.org/10.1111/dmcn.12574.

  88. De Ti`ege X, Rozenberg F, Des Portes V, Lobut JB, Lebon P, Ponsot G, et al. Herpes simplex encephalitis relapses in children: differentiation of two neurologic
    entities. Neurology 2003;61:241–3.

  89. Ramantani G, Holthausen H. Epilepsy after cerebral infection: review of the literature and the potential for surgery. Epileptic Disord 2017;19:117–36.

  90. Baringer JR. Herpes simplex infections of the nervous system. Neurol Clin 2008; 26:657–74. https://doi.org/10.1016/j.ncl.2008.03.005. viii.

  91. Ward KN, Ohrling A, Bryant NJ, Bowley JS, Ross EM, Verity CM. Herpes simplex serious neurological disease in young children: incidence and long-term outcome. Arch Dis Child 2012;97:162–5. https://doi.org/10.1136/adc.2010.204677.

  92. Singh TD, Fugate JE, Hocker S, Wijdicks EFM, Aksamit AJ, Rabinstein AA. Predictors of outcome in HSV encephalitis. J Neurol 2016;263:277–89. https://
    doi.org/10.1007/s00415-015-7960-8.

  93. Elbers JM, Bitnun A, Richardson SE, Ford-Jones EL, Tellier R, Wald RM, et al. A 12-year prospective study of childhood herpes simplex encephalitis: is there a broader spectrum of disease? Pediatrics 2007;119:e399–407. https://doi.org/10.1542/peds.2006-1494.

  94. Singhi P. Infectious causes of seizures and epilepsy in the developing world. Dev Med Child Neurol 2011;53:600–9. https://doi.org/10.1111/j.1469-8749.2011.03928.x.

  95. Ghosh S. Development of the neonatal cerebral cortex. Neonatal seizures curr. Manag. Future chall. London, UK: Mac Keith Press; 2016. p. 1–11.

  96. Kadam S, Yu X, Johnston M. Neuroprotective strategies for neonates with seizures. Neonatal seizures curr. Manag. Future chall. London, UK: Mac Keith
    Press; 2016. p. 173–91.

  97. Klein P, Dingledine R, Aronica E, Bernard C, Blümcke I, Boison D, et al. Commonalities in epileptogenic processes from different acute brain insults: do
    they translate? Epilepsia 2018;59:37–66. https://doi.org/10.1111/epi.13965.

  98. Ramantani G. Neonatal epilepsy and underlying aetiology: to what extent do seizures and EEG abnormalities influence outcome? Epileptic Disord Int Epilepsy
    J Videotape 2013;15:365–75. https://doi.org/10.1684/epd.2013.0619.

  99. Xu Q, Chau V, Sanguansermsri C, Muir KE, Tam EWY, Miller SP, et al. Pattern of brain injury predicts long-term epilepsy following neonatal encephalopathy.
    J Child Neurol 2019;34:199–209. https://doi.org/10.1177/0883073818822361.

  100. Bj¨orkman ST, Miller SM, Rose SE, Burke C, Colditz PB. Seizures are associated with brain injury severity in a neonatal model of hypoxia–ischemia. Neuroscience 2010;166:157–67. https://doi.org/10.1016/j.neuroscience.2009.11.067.

  101. Glass HC, Hong KJ, Rogers EE, Jeremy RJ, Bonifacio SL, Sullivan JE, et al. Risk factors for epilepsy in children with neonatal encephalopathy. Pediatr Res 2011; 70:535–40. https://doi.org/10.1203/PDR.0b013e31822f24c7.

  102. Martinez-Biarge M, Diez-Sebastian J, Rutherford MA, Cowan FM. Outcomes after central grey matter injury in term perinatal hypoxic-ischaemic encephalopathy. Early Hum Dev 2010;86:675–82. https://doi.org/10.1016/j.earlhumdev.2010.08.013.

  103. Holmes GL. Effects of seizures on brain development: lessons from the laboratory. Pediatr Neurol 2005;33:1–11. https://doi.org/10.1016/j.pediatrneurol.2004.12.003.

  104. Ben-Ari Y, Holmes GL. Effects of seizures on developmental processes in the immature brain. Lancet Neurol 2006;5:1055–63. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(06)70626-3.

  105. Pellock JM, Hrachovy R, Shinnar S, Baram TZ, Bettis D, Dlugos DJ, et al. Infantile spasms: a U.S. consensus report. Epilepsia 2010;51:2175–89. https://doi.org/10.1111/j.1528-1167.2010.02657.x.

  106. Pisani F, Piccolo B, Cantalupo G, Copioli C, Fusco C, Pelosi A, et al. Neonatal seizures and postneonatal epilepsy: a 7-y follow-up study. Pediatr Res 2012;72:
    186–93. https://doi.org/10.1038/pr.2012.66.

  107. Dingledine R, Varvel NH, Dudek FE. When and how do seizures kill neurons, and is cell death relevant to epileptogenesis? Adv Exp Med Biol 2014;813:109–22. https://doi.org/10.1007/978-94-017-8914-1_9.

  108. Pisani F, Barilli AL, Sisti L, Bevilacqua G, Seri S. Preterm infants with video-EEG confirmed seizures: outcome at 30 months of age. Brain Dev 2008;30:20–30.
    https://doi.org/10.1016/j.braindev.2007.05.003.

  109. Basu P, Som S, Choudhuri N, Das H. Contribution of the blood glucose level in perinatal asphyxia. Eur J Pediatr 2009;168:833–8. https://doi.org/10.1007/
    s00431-008-0844-5.

  110. Wong DST, Poskitt KJ, Chau V, Miller SP, Roland E, Hill A, et al. Brain injury patterns in hypoglycemia in neonatal encephalopathy. AJNR Am J Neuroradiol
    2013;34:1456–61. https://doi.org/10.3174/ajnr.A3423.

  111. Tam EWY, Haeusslein LA, Bonifacio SL, Glass HC, Rogers EE, Jeremy RJ, et al. Hypoglycemia is associated with increased risk for brain injury and adverse
    neurodevelopmental outcome in neonates at risk for encephalopathy. J Pediatr 2012;161:88–93. https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2011.12.047.

  112. Salhab WA, Wyckoff MH, Laptook AR, Perlman JM. Initial hypoglycemia and neonatal brain injury in term infants with severe fetal acidemia. Pediatrics 2004;
    114:361–6. https://doi.org/10.1542/peds.114.2.361.

  113. Nadeem M, Murray DM, Boylan GB, Dempsey EM, Ryan CA. Early blood glucose profile and neurodevelopmental outcome at two years in neonatal hypoxicischaemic encephalopathy. BMC Pediatr 2011;11:10. https://doi.org/10.1186/1471-2431-11-10.

  114. Tam EWY, Widjaja E, Blaser SI, Macgregor DL, Satodia P, Moore AM. Occipital lobe injury and cortical visual outcomes after neonatal hypoglycemia. Pediatrics 2008;122:507–12. https://doi.org/10.1542/peds.2007-2002.

  115. Goode RH, Rettiganti M, Li J, Lyle RE, Whiteside-Mansell L, Barrett KW, et al.Developmental outcomes of preterm infants with neonatal hypoglycemia.
    Pediatrics 2016;138. https://doi.org/10.1542/peds.2016-1424.

  116. Wickstr¨om R, Ski¨old B, Petersson G, Stephansson O, Altman M. Moderate neonatal hypoglycemia and adverse neurological development at 2-6 years of age. Eur J Epidemiol 2018;33:1011–20. https://doi.org/10.1007/s10654-018-0425-5.

  117. Montassir H, Maegaki Y, Ohno K, Ogura K. Long term prognosis of symptomatic occipital lobe epilepsy secondary to neonatal hypoglycemia. Epilepsy Res 2010; 88:93–9. https://doi.org/10.1016/j.eplepsyres.2009.10.001.

  118. Caraballo RH, Sakr D, Mozzi M, Guerrero A, Adi JN, Cers´osimo RO, et al. Symptomatic occipital lobe epilepsy following neonatal hypoglycemia. Pediatr
    Neurol 2004;31:24–9. https://doi.org/10.1016/j.pediatrneurol.2003.12.008.

  119. Aaberg KM, Sur´en P, Søraas CL, Bakken IJ, Lossius MI, Stoltenberg C, et al. Seizures, syndromes, and etiologies in childhood epilepsy: The International League Against Epilepsy 1981, 1989, and 2017 classifications used in a population-based cohort. Epilepsia 2017;(58):1880–91. https://doi.org/10.1111/epi.13913.

  120. Oguni H, Sugama M, Osawa M. Symptomatic parieto-occipital epilepsy as sequela of perinatal asphyxia. Pediatr Neurol 2008;38:345–52. https://doi.org/10.1016/j.pediatrneurol.2007.10.016.

  121. Katsarou A-M, Galanopoulou AS, Mosh´e SL. Epileptogenesis in neonatal brain. Semin Fetal Neonatal Med 2018;23:159–67. https://doi.org/10.1016/j.
    siny.2017.12.004.

  122. Holmes GL. Epilepsy in the developing brain: lessons from the laboratory and clinic. Epilepsia 1997;38:12–30. https://doi.org/10.1111/j.1528-1157.1997.
    tb01074.x.

  123. Sankar R, Rho JM. Do seizures affect the developing brain? Lessons from the laboratory. J Child Neurol 2007;22. https://doi.org/10.1177/0883073807303072. 21S-9S.

  124. [124] Jensen FE, Holmes GL, Lombroso CT, Blume HK, Firkusny IR. Age-dependent changes in long-term seizure susceptibility and behavior after hypoxia in rats. Epilepsia 1992;33:971–80. https://doi.org/10.1111/j.1528-1157.1992.tb01746.x.

  125. Leonard AS, Hyder SN, Kolls BJ, Arehart E, Ng KCW, Veerapandiyan A, et al. Seizure predisposition after perinatal hypoxia: effects of subsequent age and of an epilepsy predisposing gene mutation. Epilepsia 2013;54:1789–800. https://doi.org/10.1111/epi.12347.

  126. Wirrell EC, Armstrong EA, Osman LD, Yager JY. Prolonged seizures exacerbate perinatal hypoxic-ischemic brain damage. Pediatr Res 2001;50:445–54. https://
    doi.org/10.1203/00006450-200110000-00005.

  127. L¨oscher W, Hirsch LJ, Schmidt D. The enigma of the latent period in the development of symptomatic acquired epilepsy - Traditional view versus new
    concepts. Epilepsy Behav 2015;52:78–92. https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2015.08.037.

  128. Becker AJ. Review: animal models of acquired epilepsy: insights into mechanisms of human epileptogenesis. Neuropathol Appl Neurobiol 2018;44:112–29. https://doi.org/10.1111/nan.12451.

  129. Sanchez RM, Jensen FE. Maturational aspects of epilepsy mechanisms and consequences for the immature brain. Epilepsia 2001;42:577–85. https://doi.org/10.1046/j.1528-1157.2001.12000.x.

  130. Stafstrom CE, Sutula TP. Models of epilepsy in the developing and adult brain: implications for neuroprotection. Epilepsy Behav EB 2005;7(Suppl. 3):S18–24.
    https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2005.08.005.

  131. Sankar R, Shin D, Liu H, Wasterlain C, Mazarati A. Epileptogenesis during development: injury, circuit recruitment, and plasticity. Epilepsia 2002;43(Suppl.
    5):47–53. https://doi.org/10.1046/j.1528-1157.43.s.5.11.x.

  132. Pisani F, Cerminara C, Fusco C, Sisti L. Neonatal status epilepticus vs recurrent neonatal seizures: clinical findings and outcome. Neurology 2007:69. https://doi.org/10.1212/01.wnl.0000295674.34193.9e.

  133. Ronen GM, Buckley D, Penney S, Streiner DL. Long-term prognosis in children with neonatal seizures: a population-based study. Neurology 2007;69:1816–22.https://doi.org/10.1212/01.wnl.0000279335.85797.2c.

  134. Mazzuferi M, Kumar G, Rospo C, Kaminski RM. Rapid epileptogenesis in the mouse pilocarpine model: Video-EEG, pharmacokinetic and histopathological characterization. Exp Neurol 2012;238:156–67. https://doi.org/10.1016/j.expneurol.2012.08.022.

  135. Bumanglag AV, Sloviter RS. Minimal latency to hippocampal epileptogenesis and clinical epilepsy after perforant pathway stimulation-induced status epilepticus in awake rats. J Comp Neurol 2008;510:561–80. https://doi.org/10.1002/cne.21801.

  136. [136] Sloviter RS, Bumanglag AV. Defining “epileptogenesis” and identifying “antiepileptogenic targets” in animal models of acquired temporal lobe epilepsy is not as simple as it might seem. Neuropharmacology 2013;69:3–15. https://doi.org/10.1016/j.neuropharm.2012.01.022.

  137. Sloviter RS, Bumanglag AV. Schwarcz R FM. Abnormal dentate gyrus network circuitry in temporal lobe epilepsy. In: Noebels JL, Avoli M, Rogawski MA,
    Olsen RWD-EA, editors. Jaspers basic mechanisms epilepsies. 4th ed. New York: Oxford University Press; 2012. p. 454–69.

  138. Painter MJ, Scher MS, Stein AD, Armatti S, Wang Z, Gardiner JC, et al. Phenobarbital compared with phenytoin for the treatment of neonatal seizures.
    N Engl J Med 1999;341:485–9. https://doi.org/10.1056/NEJM199908123410704.

  139. Sharpe C, Reiner GE, Davis SL, Nespeca M, Gold JJ, Rasmussen M, et al.Levetiracetam versus phenobarbital for neonatal seizures: a randomized
    controlled trial. Pediatrics 2020;145:e20193182. https://doi.org/10.1542/peds.2019-3182.

  140. Guidelines on neonatal seizures. Geneva: World Health Organization; 2011.

  141. Spagnoli C, Pavlidis E, Pisani F. Neonatal seizures therapy: we are still looking for the efficacious drug. Ital J Pediatr 2013;39. https://doi.org/10.1186/1824-7288-39-37.

  142. Rao LM, Hussain SA, Zaki T, Cho A, Chanlaw T, Garg M, et al. A comparison of levetiracetam and phenobarbital for the treatment of neonatal seizures associated with hypoxic-ischemic encephalopathy. Epilepsy Behav EB 2018;88:212–7. https://doi.org/10.1016/j.yebeh.2018.09.015.

  143. Thibault C, Naim MY, Abend NS, Licht DJ, Gaynor JW, Xiao R, et al. A retrospective comparison of phenobarbital and levetiracetam for the treatment
    of seizures following cardiac surgery in neonates. Epilepsia 2020;61:627–35. https://doi.org/10.1111/epi.16469.

  144. Glass HC, Poulin C, Shevell MI. Topiramate for the treatment of neonatal seizures.Pediatr Neurol 2011;44:439–42. https://doi.org/10.1016/j.pediatrneurol.2011.01.006.

  145. Weeke LC, Toet MC, van Rooij LGM, Groenendaal F, Boylan GB, Pressler RM, et al. Lidocaine response rate in aEEG-confirmed neonatal seizures: retrospective study of 413 full-term and preterm infants. Epilepsia 2016;57:233–42. https://doi.org/10.1111/epi.13286.

  146. Weeke LC, Schalkwijk S, Toet MC, van Rooij LGM, de Vries LS, van den Broek MPH. Lidocaine-associated cardiac events in newborns with seizures:
    incidence, symptoms and contributing factors. Neonatology 2015;108:130–6. https://doi.org/10.1159/000430767.

  147. van den Broek MPH, Rademaker CMA, van Straaten HLM, Huitema ADR, Toet MC, de Vries LS, et al. Anticonvulsant treatment of asphyxiated newborns
    under hypothermia with lidocaine: efficacy, safety and dosing. Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed 2013;98:F341–345. https://doi.org/10.1136/archdischild-
    2012-302678.

  148. Pressler RM, Boylan GB, Marlow N, Blennow M, Chiron C, Cross JH, et al. Bumetanide for the treatment of seizures in newborn babies with hypoxic ischaemic encephalopathy (NEMO): an open-label, dose finding, and feasibility phase 1/2 trial. Lancet Neurol 2015;14:469–77. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(14)70303-5.

  149. Pressler RM, Boylan GB, Marlow N, de Vries LS, Blennow M, Chiron C, et al.Bumetanide for neonatal seizures-back from the cotside. Nat Rev Neurol 2015;11:
    724. https://doi.org/10.1038/nrneurol.2015.116.

  150. Sands TT, Balestri M, Bellini G, Mulkey SB, Danhaive O, Bakken EH, et al. Rapid and safe response to low-dose carbamazepine in neonatal epilepsy. Epilepsia
    2016;57:2019–30. https://doi.org/10.1111/epi.13596.

  151. Pisano T, Numis AL, Heavin SB, Weckhuysen S, Angriman M, Suls A, et al. Early and effective treatment of KCNQ2 encephalopathy. Epilepsia 2015;56:685–91. https://doi.org/10.1111/epi.12984.

  152. Cornet M-C, Sands TT, Cilio MR. Neonatal epilepsies: clinical management. Semin Fetal Neonatal Med 2018;23:204–12. https://doi.org/10.1016/j.
    siny.2018.01.004.

  153. Gardella E, Becker F, Møller RS, Schubert J, Lemke JR, Larsen LHG, et al. Benign infantile seizures and paroxysmal dyskinesia caused by an SCN8A mutation. Ann Neurol 2016;79:428–36. https://doi.org/10.1002/ana.24580.

  154. Wolff M, Johannesen KM, Hedrich UBS, Masnada S, Rubboli G, Gardella E, et al. Genetic and phenotypic heterogeneity suggest therapeutic implications in SCN2Arelated disorders. Brain 2017;140:1316–36. https://doi.org/10.1093/brain/awx054.

  155. Carmo KB, Barr P. Drug treatment of neonatal seizures by neonatologists and paediatric neurologists. J Paediatr Child Health 2005;41:313–6. https://doi.org/
    10.1111/j.1440-1754.2005.00638.x.

  156. Hellstr¨om-Westas L, Blennow G, Lindroth M, Ros´en I, Svenningsen NW. Low risk of seizure recurrence after early withdrawal of antiepileptic treatment in the
    neonatal period. Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed 1995;72:F97–101. https://doi.org/10.1136/fn.72.2.f97.

  157. Shellhaas RA, Chang T, Wusthoff CJ, Soul JS, Massey SL, Chu CJ, et al. Treatment duration after acute symptomatic seizures in neonates: a multicenter cohort study. J Pediatr 2017;181:298–301. https://doi.org/10.1016/j.jpeds.2016.10.039. e1.

  158. Bhardwaj SK, Forcelli PA, Palchik G, Gale K, Srivastava LK, Kondratyev A. Neonatal exposure to phenobarbital potentiates schizophrenia-like behavioral
    outcomes in the rat. Neuropharmacology 2012;62:2337–45. https://doi.org/10.1016/j.neuropharm.2012.02.001.

  159. Ijff DM, Aldenkamp AP. Cognitive side-effects of antiepileptic drugs in children.Handb Clin Neurol 2013;111:707–18. https://doi.org/10.1016/B978-0-444-
    52891-9.00073-7.

  160. Bittigau P, Sifringer M, Genz K, Reith E, Pospischil D, Govindarajalu S, et al. Antiepileptic drugs and apoptotic neurodegeneration in the developing brain.
    Proc Natl Acad Sci U S A 2002;99:15089–94. https://doi.org/10.1073/pnas.222550499.

  161. Pisani F, Sisti L, Seri S. A scoring system for early prognostic assessment after neonatal seizures. Pediatrics 2009:124. https://doi.org/10.1542/peds.2008-
    2087.

  162. Glass HC, Grinspan ZM, Shellhaas RA. Outcomes after acute symptomatic seizures in neonates. Semin Fetal Neonatal Med 2018;23:218–22. https://doi.org/10.1016/j.siny.2018.02.001.

  163. Booth D, Evans DJ. Anticonvulsants for neonates with seizures. Cochrane Database Syst Rev 2004. https://doi.org/10.1002/14651858.CD004218.pub2.

  164. Pisani F, Percesepe A, Spagnoli C. Genetic diagnosis in neonatal-onset epilepsies: back to the future. Eur J Paediatr Neurol EJPN Off J Eur Paediatr Neurol Soc 2018;22:354–7. https://doi.org/10.1016/j.ejpn.2018.02.006.

  165. Ma X, Yang F, Hua Z. Genetic diagnosis of neonatal-onset seizures. Genes Dis 2019;6:441–7. https://doi.org/10.1016/j.gendis.2019.02.002.

  166. Bernardo D, Nariai H, Hussain SA, Sankar R, Salamon N, Krueger DA, et al. Visual and semi-automatic non-invasive detection of interictal fast ripples: a potential biomarker of epilepsy in children with tuberous sclerosis complex. Clin Neurophysiol 2018;129:1458–66. https://doi.org/10.1016/j.clinph.2018.03.010.

  167. Nagarajan L, Ghosh S, Palumbo L, Akiyama T, Otsubo H. Fast activity during EEG seizures in neonates. Epilepsy Res 2011;97:162–9. https://doi.org/10.1016/j. eplepsyres.2011.08.003.

  168. Fedele T, Ramantani G, Sarnthein J. High frequency oscillations as markers of epileptogenic tissue - End of the party? Clin Neurophysiol Off J Int Fed Clin Neurophysiol 2019;130:624–6. https://doi.org/10.1016/j.clinph.2019.01.016.

  169. Boran E, Sarnthein J, Krayenbühl N, Ramantani G, Fedele T. High-frequency oscillations in scalp EEG mirror seizure frequency in pediatric focal epilepsy. Sci Rep 2019;9:16560. https://doi.org/10.1038/s41598-019-52700-w.

  170. Bragin A, Li L, Almajano J, Alvarado-Rojas C, Reid AY, Staba RJ, et al. Pathologic electrographic changes after experimental traumatic brain injury. Epilepsia 2016; 57:735–45. https://doi.org/10.1111/epi.13359.

  171. Reid AY, Bragin A, Giza CC, Staba RJ, Engel Jr J. The progression of electrophysiologic abnormalities during epileptogenesis after experimental traumatic brain injury. Epilepsia 2016;57:1558–67. https://doi.org/10.1111/epi.13486.