Maltrato en Pregrado Carrera de Medicina
Julio - 2021
Maltrato en el pregrado de la carrera de Medicina: percepción de los estudiantes
			
			Nancy Bastías Vega y Cols    Rev Med Chile 2021; 149: 
			617- 625
¿ Es posible que las escuelas de Medicina sean un lugar donde sus alumnos son, de hecho, maltratados?”.
Eso se preguntaba Silver en 1982, mientras reflexionaba sobre las similitudes entre la experiencia de estos estudiantes de pregrado de Medicina (EPM) y los niños maltratados por sus cuidadores1. Aunque la violencia en espacios educacionales lleva tiempo preocupando a la sociedad, se le ha prestado menos atención en educación superior2. Incluso, existen críticas de que su presencia se exagera. Empero, el maltrato en la formación médica no es un hecho aislado, sino que está extendido mundialmente3-5.
			
			El maltrato incluye agresiones académicas como la privación de 
			oportunidades, evaluaciones injustas; otras sociales, como la 
			estigmatización, discriminación, humillación y crueldad psicológica 
			y otras como el castigo físico, el acoso y la agresión sexual. Sin 
			embargo, su definición es compleja6. Su abordaje se ha realizado 
			bajo diversos conceptos, como bullying7-13, maltrato3,15-17
			o acoso18. El bullying se refiere al comportamiento 
			hacia un individuo que es intimidante, degradante, ofensivo o 
			malicioso, que daña su confianza y autoestima8, busca generar daño 
			físico o psicológico y se sustenta en diferencias de poder o estatus 
			entre agresor y víctima12. Y aunque parecería útil, 
			autores como Olweus, lo definen como una forma de violencia entre 
			pares14, lo que hace inadecuado aplicarlo a la educación 
			médica, donde las fuentes más frecuentes de maltrato identificadas 
			son los médicos especialistas o residentes de cursos superiores6,12,15.
			
			
Esto ha hecho que se recurra a otros conceptos, como acoso y discriminación, definidos en el Acta de Igualdad de Reino Unido de 2010 como las conductas no deseadas que crean un ambiente intimidante, hostil, degradante, humillante u ofensivo y que afectan características protegidas como la etnia, religión, discapacidad, edad, género, orientación sexual o nivel socioeconómico18. Sin embargo, en este estudio, se ha optado por el concepto de maltrato, al constituir un concepto más amplio, que incluiría el carácter intencional de la conducta19, el daño físico y psicológico como su consecuencia12 y su origen en asimetrías de poder reales o simbólicas de la relación12,19.
			
			Frecuencia
			
			En la formación médica son frecuentes los estudios en residentes7,10,15,20. 
			Sin embargo, la Medicina es una disciplina jerárquica. Los 
			residentes están superditados a los médicos y los EPM están al final 
			de la jerarquía8, haciendo a este último grupo de 
			particular interés. Ya en 1997, un estudio nacional en Estados 
			Unidos de Norteamérica indicó que 96,5% de los EPM reportaban a lo 
			menos un incidente de maltrato en su formación, siendo las formas 
			más frecuentes los comentarios despectivos y el menosprecio3. 
			Posteriormente, en un cuestionario aplicado nacionalmente se 
			incorporó una pregunta al respecto a los graduados de ese país y se 
			encontró que quienes reportaban haber sido maltratados personalmente 
			fluctuaba entre 12 y 20% entre los años 2001 y 2011, siendo la 
			humillación y el menoscabo las formas más frecuentes6. En Europa, 
			63,3% de los EPM de Reino Unido reportaban haber experimentado 
			maltrato18 y en Finlandia, un estudio realizado con 
			estudiantes de los dos primeros años de distintas facultades mostró 
			que el maltrato existía en todas ellas, con más de 40% de los 
			estudiantes reportándose como víctimas. Aunque cada facultad tenía 
			sus propios patrones de maltrato, el menosprecio, la humillación y 
			los comentarios despectivos fueron más frecuentes en EPM16. 
			En Asia, el porcentaje de EPM que ha experimentado maltrato alguna 
			vez fluctúa entre 28% en Arabia Saudita9, 52% en EPM de 
			últimos años en Pakistán8 y 57% en EPM de segundo y 
			tercer año en Jordania17. En África, 100% de los EPM de 
			segundo a sexto año de Benín reportaba haber sido maltratado al 
			menos una vez13. En Latinoamérica, en Panamá, 18,2% de 
			los EPM de los primeros siete semestres declaraba haber sido víctima 
			de maltrato11, y en Colombia, entre EPM de último año de 
			Medicina, este porcentaje subía a 90,24%12.
			En Chile hay dos estudios en EPM: Uno en 2003, con alumnos de quinto 
			año, y otro en 2006 con alumnos de segundo a séptimo año, donde los 
			EPM que reportaban haber sido víctimas de maltrato eran 90,9%21 
			y 91,7%22, respectivamente. Posterior a ellos, solo hay 
			un estudio en 2011 con residentes10. Los resultados 
			anteriores muestran una gran variabilidad, derivada de los distintos 
			criterios de inclusión considerados, la diversidad de instrumentos y 
			la falta de evidencias de su validez y confiabilidad. Sin embargo, 
			esto no ha impedido que países como Estados Unidos de Norteamérica6 
			y Reino Unido18 reconozcan oficialmente el maltrato como 
			un problema en la formación médica. 
			
Factores asociados
En general, la aparición y extensión del maltrato se asocia a la naturaleza estresante, jerárquica y emocionalmente cargada del trabajo médico, a la deferencia de los EPM, a la institucionalización de algunas formas de discriminación y la subrepresentación de minorías17,18.
Pero el maltrato no es igual para todos. Se ha estudiado que el ser víctima o testigo de esto se asociaría a factores demográficos18, como el género. Así, las mujeres han mostrado ser más frecuentemente víctimas de maltrato entre funcionarios universitarios en España19, universitarios finlandeses16, residentes15, y entre EPM de Estados Unidos de Norteamérica23 y Reino Unido18. Pero, en Pakistán y Jordania, el maltrato fue más frecuente en EPM hombres8,17 y en Colombia y Benín no se encontró diferencias por género12-13. Esto podría deberse a que el maltrato suele ser más frecuente para aquel género que es minoritario en cada escuela16. Ser víctima también estaría asociado a otros factores, como al no ser caucásico7,21, la edad18,23 o a medir menos de 172 cm23. Asimismo, formas específicas de maltrato son más frecuentes en mujeres, personas más bajas, con IMC > 25 9,18,22-23, no heterosexuales, con discapacidad o elementos relacionados a la religión18. Además, en términos académicos, los alumnos en etapa de formación clínica tienden a experimentar más maltrato general18,22.
Consecuencias
			
			El maltrato es un problema 
			tanto a nivel organizacional como individual16. A nivel 
			individual, es percibido como una fuente de estrés en la 
			formación15,16 y afecta negativamente el bienestar emocional de los 
			estudiantes4,24,25, pudiendo experimentar incluso síntomas de estrés 
			postraumático25. 
			
También afecta la relación con la carrera : Genera desconfianza en los sistemas de evaluación17, lleva a pensar en desertar de la carrera22 y un estudio de Sheehan26 mostró que un cuarto de los EPM habría elegido una carrera diferente si hubiesen sabido lo extendido que estaba el maltrato en la profesión. Adicionalmente, el maltrato impactaría negativamente las actitudes profesionales de los EPM4 al favorecer el cinismo y la erosión de los valores humanistas25.
			
			Finalmente, afectaría la atención del paciente al perjudicar la 
			comunicación y confianza en los equipos de salud25. Pese a lo 
			anterior, las denuncias son poco frecuentes, ya que los EPM las 
			consideran inaccesibles y poco efectivas, minimizan la situación o 
			temen por las consecuencias académicas y sociales derivadas6,9,18.
			
			El problema
			
			Esta investigación busca describir la frecuencia con que los EPM de 
			una universidad de Chile informan haber sido víctimas de maltrato, 
			indagando su asociación on edad, género y nivel formativo. Se 
			focaliza específicamente en el maltrato recibido desde los docentes, 
			que serían la fuente más frecuente de este6,12,15.  
			Adicionalmente, aporta evidencia psicométrica de la validez de 
			constructo y confiabilidad de las mediciones del instrumento 
			empleado. 
			
Método
			
			Estudio cuantitativo, no experimental y transversal.
			
			Participantes
 
El estudio se realizó con EPM de una universidad tradicional chilena. Mediante muestreo no probabilístico por cuotas, se encuestó a 264 EPM, de los cuales la mayoría eran hombres (53,8%). Representaban desde primer a sexto año, ya que no se pudo acceder a los estudiantes de séptimo año (Tabla 1).
Tabla 1. Caracterización de la muestra de estudiantes de Medicina
			
			
			Instrumentos
			
			Se empleó el Cuestionario de Maltrato desde Docentes, adaptado del 
			cuestionario elaborado por Quine7, que ha sido usado en 
			distintas versiones en Reino Unido7, Colombia12 
			y Chile10. La adaptación empleada corresponde a la 
			desarrollada por Bastías et al.10, aplicada previamente 
			en residentes chilenos, pero sin estudios sobre su validez. Su 
			adaptación consulta por el maltrato recibido específicamente desde 
			los docentes, a diferencia de la versión de Quine, que consulta 
			sobre maltrato en general. Presenta 20 afirmaciones sobre conductas 
			de acoso o intimidación. Los EPM debían informar con qué frecuencia 
			habían experimentado estas conductas durante su formación en el 
			último semestre, empleando una escala de cinco alternativas (1: 
			Nunca, 2: Casi nunca; 3: A veces, 4: Casi siempre y 5: Siempre).
			
			
Procedimiento
			
			Se obtuvo la autorización del decano de la facultad participante 
			como parte del proyecto FONDECYT Regular 1161541. Las encuestas 
			fueron aplicadas en papel y presencialmente, previo proceso de 
			consentimiento informado.  El proyecto contó con la aprobación 
			del Comité de Ética, Bioética y Bioseguridad de la Universidad de 
			Concepción.
			
			Análisis
 
El instrumento fue sometido a un análisis factorial exploratorio mediante método de eje principal (AEP), para identificar su estructura interna como evidencia de su validez de constructo, y se evaluó la confiabilidad de los factores empleando alfa de Cronbach27. Luego se realizó un análisis de frecuencia de cada pregunta del cuestionario y de los factores identificados. Sus puntajes fueron correlacionados con edad usando rho de Spearman, comparados por género usando U de Mann Whitney y comparados por nivel formativo usando Kruskal Wallis. Un valor de p < 0,05 se consideró estadísticamente significativo. El análisis se realizó usando STATA SE 15.0.
			
			Resultados
			
			Evaluación psicométrica
 
Para obtener evidencia de validez de constructo de las mediciones del Cuestionario de Maltrato desde Docentes, se realizó un análisis factorial exploratorio, considerado adecuado, dado un estadístico KMO = 0,91 y una prueba Bartlett estadísticamente significativa, c2(190) = 2977,91; p < 0,001. Según el criterio de Kaiser-Guttman28, los 20 ítems se agrupaban en tres factores con autovalores mayores a 1,0 (8,06, 1,43 y 1,05). El mismo resultado arrojaron el gráfico de sedimentación (Figura 1) y el análisis paralelo de Horn27, que encontró tres factores con autovalores (8,06, 1,43 y 1,05) mayores a 95%, observado en 1.000 muestras aleatorias calculadas (0,65, 0,55 y 0,42).
			
Figura 1. Gráfico de sedimentación del Cuestionario de Maltrato desde Docentes aplicado en estudiantes de Medicina.
Los tres factores explicaban 95,87% de la varianza total de los ítems. La matriz de configuración, considerando rotación oblicua Oblimin (Tabla 2), mostró que todos los ítems presentaban, en algún factor, coeficientes superiores a 0,30, que es la mínima carga significativa27, aunque el ítem 18 presentó cargas significativas en dos factores y fue asignado considerando aspectos teóricos y empíricos. Los factores resultantes mostraron confiabilidades adecuadas29 (Tabla 3).
Tabla 2. Matriz de configuración del Cuestionario de Maltrato desde Docentes en estudiantes de medicina aplicando método de extracción de ejes principales y rotación oblicua Oblimin
			
Tabla 3. Definición de los factores identificados, confiabilidad y estadísticos descriptivos del Cuestionario de Maltrato desde Docentes en estudiantes de Medicina
			
Maltrato informado
			
			El 98,11% (n = 259) de los EPM informó haber sido víctima de alguna 
			forma de maltrato en el último semestre. Entre estas, la violencia 
			física y hacia la propiedad personal fueron las menos frecuentes, 
			informadas por 4,8% y 6,7% de los EPM, respectivamente. Solo un EPM 
			informó la violencia hacia la propiedad como recurrente. Las formas 
			de maltrato más frecuentes fueron la modificación inconsulta de 
			responsabilidades y la subvaloración del desempeño, donde más de 10% 
			de los casos dice que ocurre “siempre” o “casi siempre” (Tabla 4). 
			En ninguno de los ítems se identificó diferencias significativas 
			entre hombres y mujeres.
Tabla 4. Percepción de maltrato desde los docentes según los estudiantes de medicina
			
Al correlacionar el maltrato informado con edad, se encontró que los alumnos mayores informaban desmoralización (rho = 0,36; p < 0,001) y exigencias desreguladas (rho = 0,13; p < 0,05) más frecuentes. No se encontró diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres (Tabla 5). Sin embargo, sí se encontró diferencias por nivel formativo en desmoralización y exigencias desreguladas: la desmoralización fue percibida con mayor frecuencia en sexto y cuarto año, y con menor frecuencia en primer y segundo año. En tanto, las exigencias desreguladas ocurrirían más frecuentemente en sexto año.
Tabla 5. Comparación de la frecuencia de maltrato percibidos según sexo y nivel cursado en estudiantes de Medicina
			
			
			Discusión
			
			El 98,11% de EPM informa haber sufrido maltrato, porcentaje superior 
			al identificado en la mayoría de los estudios realizados en pregrado3,6,8- 
			916-18,21-22, aunque cercano a 96,5% de estudiantes 
			estadounidenses del estudio de Baldwin3, a 90,24% en 
			Colombia12, al 100% en Benín13, y a los  
			resultados previos en Chile que rondaban 90%21-22. Esto 
			podría deberse a una creciente apertura de los estudiantes a 
			reconocer el maltrato en situaciones que antes normalizaban. No 
			obstante, los informes superiores a 90% ya se encontraban en el 
			estudio de Baldwin hace 23 años3 y en los estudios 
			chilenos en pregrado, que tienen más de 10 años21-22.
			Por otro lado, los estudios previos solían preguntar si el maltrato 
			ha ocurrido alguna vez en la formación3,6,13, mientras 
			que el presente estudio solo abordó el  último semestre. Esto 
			hace que,
			aunque el maltrato ocurriera “rara vez” según la
			mayoría de los EPM, su sola presencia implica una
			alerta académica.
			El análisis factorial realizado organizó todas estas conductas en 
			tres factores: desmoralización, exigencia desregulada y agresión 
			física. Así, presenta una estructura conceptual que diferencia tres 
			formas de agresión con propósito diferente que facilitarían su 
			intervención y brindaría evidencia de la validez de constructo del 
			instrumento empleado27. La desmoralización es una de las 
			formas de maltrato más frecuentemente identificadas por 
			EPM6,8-9,16-18,22 y sus manifestaciones también fueron las más 
			informadas en este estudio.
Otro factor alude a las exigencias desreguladas, que no implican “ser exigente”, pues la exigencia motiva y favorece el aprendizaje. Implican realizar exigencias al estudiante que no son coherentes con el nivel cursado, los tiempos disponibles para realizar las tareas ni las oportunidades de aprendizaje otorgadas. Así, implica un error de planificación docente, donde las exigencias carecerían de validez curricular e instruccional27.
			
			La violencia física aparece como tercer factor. Sus indicadores son 
			los menos frecuentes: menos de 6% los ha vivido. Empero, su 
			naturaleza hace que sea alarmante su mera aparición, pese a que 
			otros estudios también lo identifican3,8-9,11,17. En cuanto a las 
			relaciones con otras variables, coherente con estudios previos, los 
			EPM de mayor edad experimentan mayor desmoralización y exigencias 
			desreguladas13,20. Esto puede estar asociado al nivel que cursan, 
			pues los resultados muestran que los EPM de sexto año también sufren 
			más estas formas de maltrato. Al respecto, la literatura indica que 
			el maltrato se asocia directamente al avance académico9,11,17,22.
			Broad destaca que es necesario que los equipos estén atentos a la 
			aparición de microagresiones hacia grupos vulnerables, como las 
			basadas en género18. En el presente estudio no aparecen diferencias 
			entre hombres y mujeres. Pero el mayor maltrato a EPM de sexto año 
			indicaría que son un grupo de riesgo que requerirían una atención 
			similar, con una sensibilización especial de los involucrados en 
			este nivel formativo. En el mundo, la literatura ha transitado desde 
			el diagnóstico del fenómeno a documentar iniciativas para eliminarlo5,25. 
			Y aunque persisten las voces de docentes y estudiantes que buscan 
			minimizarlo o atribuirlo a una mayor sensibilidad del alumnado, como 
			si fuese un fenómeno ‘millenial’, no debemos olvidar que están 
			pronto a cumplirse 30 años del artículo donde Silver denunciaba este 
			fenómeno, ya de larga data.
			
			Una limitación del estudio es que fue realizado en una sola 
			universidad y mediante autorespuesta, pero sus resultados son 
			coherentes con la literatura mundial, insinuando que no es un 
			fenómeno aislado y que debe estudiarse en otras casas de estudio de 
			Chile y Latinoamérica. Por otro lado, pese a la multiplicidad de 
			estudios sobre el tema en Medicina, son pocos los que incluyen otras 
			carreras16-17. Por lo que sería relevante diagnosticar, a 
			lo menos, otros programas de pregrado en el área de salud. 
			
			
			
			Finalmente, es necesario reconocer la evidencia: el maltrato en 
			Medicina está presente en todo el mundo, lleva años ahí1,3-5
			y, lo más importante, no es una condición inherente a la 
			formación. Al contrario, la socava4,25. El primer paso es 
			dejar de negarlo.  
			
Referencias
Silver HK. Medical students and medical school. JAMA 1982; 247 (3): 309-10.
Paredes OL, Sanabria-Ferrand PA, González-Quevedo LA, Moreno-Realphe SP. “Bullying” en las facultades de medicina colombianas, mito o realidad. Rev Fac Med 2010; 18 (2): 161-72.
Baldwin DC, Daugherty SR. Do residents also feel “abused”? Perceived mistreatment during internship. Acad Med. 1997; 72 (10 Suppl 1): S51-3.
Chung M, Thang C, Vermillion M, Fried J & Uijtdehaage S. Exploring medical students’ barriers to reporting mistreatment during clerkships: a qualitative study, Medical Education Online 2018; 23: 1, 1478170, DOI: 10.1080/10872981.2018.1478170.
Hasty N, Miller S, Merrell S, Lin D, Shipper E, Lau JN. Medical student perceptions of a mistreatment program during the surgery clerkship. Am J Surg. 2018; 215 (4): 761-6.
Mavis B, Sousa A, Lipscomb W, et al. Learning about medical student mistreatment from responses to the medical school graduation questionnaire. Acad Med. 2014; 89 (5): 705-11.
Quine L. Workplace bullying in junior doctors: questionnaire survey. BMJ 2002; 324: 878-9.
Ahmer S, Yousafzai AW, Bhutto N, Alam S, Sarangzai AK, et al. Bullying of Medical Students in Pakistan: A Cross-Sectional Questionnaire Survey. PLoS ONE 2008; 3 (12): e3889. doi:10.1371/journal.pone.0003889.
Alzahrani HA. Bullying among medical students in a Saudi medical school. BMC Res Notes 2012; 5 (1): 335. http://doi.org/q7d.
Bastías N, Fasce E, Ortiz L, Pérez C, Schaufele P. Bullying y acoso en la formación médica de postgrado. Rev Educ Cienc Salud 2011; 8 (1): 45-51.
Silva-Villarreal S, Castillo S, Eskildsen E, Vidal P, Mitre J, Quintero J. Prevalencia de bullying en estudiantes de los ciclos básicos y preclíni- cos de la carrera de medicina de la Universidad de Panamá. Arch Med 2013; 9 (4): 1-8.
Fernández N, Bonilla L, Rodríguez M, Sandoval G, Alzate JP, Murcia N, et al. Frequency of bullying perceived in clinical practices of last year interns of a medicine school: cross sectional study. Rev Fac Med. 2016; 64 (3): 447-52.
Akanni DWMM, Adjadohoun SBMG, Damien BG, et al. Maltraitance des étudiants et facteurs associés à la Faculté de Médecine de Parakou en 2018. Pan Afr Med J. 2019; 34: 150. doi:10.11604/pamj.2019.34.150.16367
Olweus D. Bullying at school: what we know and what we can do. Oxford: Wiley-Blackwell; 1993.
Daugherty SR, Baldwin DC, Rowley BD. Learning, satisfaction, and mistreatment during medical internship: a national survey of working conditions. JAMA 1998; 279 (15): 1194-9.
Rautio A, Sunnari V, Nuutinen M, Laitala M. Mistreatment of university students most common during medical studies. BMC Med Educ 2005; 5: 36. Published 2005 Oct 18. doi:10.1186/1472-6920-5-36.
Al-Hussain SM, Al-Haidari MS, Kouri NA, El-Migdadi F, Al-Safar RS, Mohammad MA: Prevalence of mistreatment and justice of grading system in five health related faculties in Jordan University of Science and Technology. Med Teach. 2008; 30 (3): e82-6.
Broad J, Matheson M, Verrall F, Taylor AK, Zahra D, Alldridge K, et al. Discrimination, harassment and non-reporting in UK medical education. Med Ed 2018; 52 (4): 414-26.
Justicia F, Benítez J, Fernández E. Caracterización del acoso psicológico en el contexto universitario. Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones 2006; 22 (3): 293-308.
Hoosen I, Callaghan R. A survey of workplace bullying of psychiatric trainees in the West Midlands. B J Psych Bulletin 2004; 28 (6): 225-7. doi: 10.1192/pb.28.6.225.
Maida AM, Vásquez A, Herskovic V, Calderón JL, Jacard M, Pereira A, et al. A report on student abuse during medical training. Med Teach 2003; 25: 497-501.
Maida AM, Herskovic V, Pereira A, Salinas-Fernández L, Esquivel C. Percepción de conductas abusivas en estudiantes de medicina. Rev Med Chile 2006; 134: 1516-23.
Chadaga AR, Villines D, Krikorian A. Bullying in the American Graduate Medical Education System: A National Cross-Sectional Survey. PLOS ONE 2016; 11 (3): e0150246. https://doi.org/10.1371/journal. pone.0150246.
Heru A, Gagne G, Strong D. Medical student mistreatment results in symptoms of posttraumatic stress. Acad Psychiatry. 2009; 33 (4): 302-6.
Lind KT, Osborne CM, Badesch B, Blood A, Lowenstein SR. Ending student mistreatment: early successes and continuing challenges. Med Educ Online 2020; 25 (1): 1690846. doi:10.1080/10872981.2019.1690846.
Sheehan KH, Sheehan DV, White K, Leibowitz A, Baldwin DCJ (1990) A pilot study of medical student ‘‘abuse’’. JAMA; 263: 533-7.
Martínez R, Hernández MJ, Hernández MV. Psicometría. Madrid: Alianza; 2006.
Hair JF, Black WX, Babin BJ, Anderson RE, Tatham RL. Análisis multivariante. Madrid: Prentice Hall; 2005.
George D, Mallery P. SPSS for Windows step by step: A simple guide and reference. 11.0 update (4th ed.). Boston: Allyn & Bacon; 2003.